María Catalina Bordoni nació el 13 de octubre de 1916 de familia romana y fue bautizada en la basílica de Santa María la Mayor el 5 de noviembre. Ya desde 1924 había experimentado la predilección de la Madre de Dios. A los veinte años hizo los votos de virginidad, en el día 21 de Enero, fiesta de Sta. Inés. En 1937 se consagró a Dios a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia,  que en 1939 ratificó con la consagración perpetua.

Trabajó en las obras parroquiales de San Eusebio (Roma). Aquí hizo parte del grupo “Almas Sacerdotales”. Cristo y la Virgen la visitaron frecuentemente guiándola por sendas de caridad, de penitencia, de humildad y de profunda oración. La Madre de Dios fue la Maestra y el Modelo de su vida consagrada.

El trece de Octubre de 1948 junto con algunas compañeras y algunos sacerdotes en Loreto (Italia) se consagró al servicio de la Madre de Dios dando inicio a sí al “Instituto Mater Dei” que desde Castelgandolfo, donde tiene la casa central, se irradió en varias diócesis italianas.

La Virgen se hizo entender que su vocación era la de quedarse en el mendo haciendo Apostolado y viviendo el sacerdocio real colaborando con el sacerdocio jerárquico, siendo alma más sacerdotal que religiosa.

María Bordoni vivió con un particular amor hacia las almas, hacia los sacerdotes, los hijos predilectos de su Reina del Cielo, y de Ella recibió los mensajes para ellos. Numerosos sacerdotes confesaron que a través de las oraciones de Mará, pudieron perseverar en su sacerdocio y salvar su vocación.

Azotada por una grave enfermedad consumó en el dolor el voto de víctima realizado ya desde el 1938. Como alma sacerdotal participó también físicamente de los dolores de la Pasión de Jesús, particularmente en el periodo de cuaresma, El, la asociaba a todos sus sufrimientos comunicándole una sed insaciable de sufrir por la salvación de las almas.

El amanecer del 16 de Enero de 1978 poco después de haberse encontrado con Jesús Eucaristía, entraba en la casa del Padre Celestial, mientras sus hermanas unidas en común oración alrededor de su cama, leían en sus ojos una dulzura indefinible.

María Catalina Bordoni

(MAMMA MARIA)

La Venerable, María Catalina Bordoni, nació en Arezzo, Italia, el 13 de octubre de 1916 y transcurrió su infancia en Genazzano a la sombra del Santuario de la Virgen del Buen Consejo.

Hacia 1930, se estableció en Roma con su familia, a la cual ayudaba con su trabajo, mientras en lo íntimo de su corazón, alimentaba el deseo cada vez mayor de entregarse totalmente a Jesús.

Comenzó a frecuentar la Parroquia de San Eusebio como joven de Acción Católica y después de un intenso tiempo de oración al Espíritu Santo, escogió al Párroco, Mons. Domingo Dottarelli, como su director espiritual.

En 1938, María entró a formar parte del grupo parroquial “Almas Sacerdotales”, fundado por Mons. Dottarelli, para apoyar el trabajo de los sacerdotes al cuidado de las almas. Ahí encontró el ideal y el tipo de vida que ella anhelaba: vivir en unión a Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote.  De este mismo grupo nacería más tarde en el 1948 la Pequeña Obra “Mater Dei”, hoy Congregación Religiosa de Derecho Diocesano (1992).

El 24 de junio de 1938, María hace voto de víctima por los sacerdotes y las almas de su parroquia, delante de su director espiritual y en 1939 hace sus votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia. Las intuiciones del Párroco acerca del sacerdocio bautismal de los fieles, que constituía la espiritualidad del grupo, en aquella época preconciliar, venían confirmadas por las experiencias místicas de María.  En la iglesia parroquial de San Eusebio, a los pies del altar de la Virgen Dolorosa, María pasaba largas horas en oración junto con la Madre de Dios: por la Iglesia, la paz en el mundo, la santidad de los sacerdotes y la conversión de los pecadores. Ella misma la formaba y la instruía en el conocimiento del amor y de la pasión de su Hijo.

En 1951, la Providencia puso en sus manos una casa en Castel Gandolfo, donde se acogieron más de un centenar de niños huérfanos y abandonados.  María trabajó a tiempo completo en este centro junto con las nuevas hermanas que se fueron uniendo a la Obra, hasta su partida a la Casa del Padre el 16 de enero de 1978, después de haber padecido una grave enfermedad.

Luego de una etapa de duras pruebas dentro del grupo, el 13 de octubre de 1948, María Bordoni, junto con Mons. Domingo Dottarelli y cuatro jóvenes, en Loreto se consagran a Dios y dan vida a la Obra “Mater Dei”, que adopta en forma definitiva la vida comunitaria.  En pocos años se abrieron 15 centros de actividad de la obra en diferentes parroquias a solicitud del clero italiano. Se cumplían así los deseos de la Madre de Dios sobre la Obra, la que debía abrazar toda forma de apostolado útil a la Santa Iglesia, especialmente en el campo de las parroquias.

La Sierva de Dios difundía a su alrededor una serenidad llena de paz, animada siempre de un delicado sentido de humor.  Sin manifestarlo con las palabras demostraba con los hechos el deseo de alcanzar la perfección y la santidad, con el dominio y la renuncia de sí misma.

Su experiencia de Vida

Durante su peregrinaje terreno, María vivió unida al Sacerdocio de Cristo, a través de una vida marcada por la enfermedad y el sufrimiento, que supo aceptar como una gracia que la unía siempre más a Él y a su Sacerdocio.  El mismo le pedía “oración penitencia y apostolado” (Diario espiritual 27-11-38).  Su vida se puede definir como una verdadera liturgia de alabanza: “Mi vida será un agradecimiento continuo, bendiciendo siempre al Señor, en cada momento, no sólo con la boca sino con todo el corazón, con toda mi alma, con toda mi mente; en cada acción, en la más mínima cosa, mientras esté en esta tierra y luego perfecta y eternamente cuando entre en el cielo” (Diario espiritual 21-01-39).

Transcurrió toda su vida oculta en Cristo Jesús.  Tal vez lo más extraordinario de sus experiencias místicas, es precisamente, que las vivía en el más perfecto “escondimiento”.

Es en las “pequeñas cosas”, que, para María Bordoni, se debe descubrir y cumplir la voluntad de Dios.  En estas se encuentra la perfección y la santidad.

Las personas que se le acercaban, podían percibir las muchas virtudes que resplandecían en ella, su inmensa caridad, su simplicidad y humildad, quedando impresionados por su mirada serena, profunda, paciente, que trasmitía la paz que viene solo de Dios.  Se sentían amadas en un modo personal y particular por ella, hasta el punto de merecer el ser llamada “Mamma”.  Tenía una gran veneración y respeto de modo particular por los sacerdotes, que frecuentemente venían a visitarla para recibir consejo, consuelo y ayuda para llevar adelante su ministerio sacerdotal. María Bordoni proponía a sí misma y a las hermanas la oblación total para consumar la propia ofrenda y completar la pasión de Cristo Sacerdote, mediante el sacrificio (cf. Col 1,24).  Exhortaba a las hermanas a buscar constantemente la perfección mediante una práctica continua de humildad, mortificación, amor al sacrificio y ejercicio de la caridad fraterna.

Sólo después de su muerte, como un tesoro escondido, se descubrió el diario en el que ella había escrito por orden de Mons. Domingo Dottarelli.  En él se encuentran mensajes y enseñanzas que interesan no sólo a la Obra “Mater Dei” sino a toda la Iglesia, particularmente a los sacerdotes y a las almas consagradas. La Obra “Mater Dei” está integrada por hermanas consagradas, sacerdotes, laicos y oblatas que se alimentan de la misma espiritualidad y que forman la Familia “Mater Dei”.

Los miembros de la Obra “Mater Dei”, Instituto Religioso de Derecho Diocesano, presente en Italia, Perú y Ecuador, se consagran totalmente a Dios en el seguimiento de Cristo Sacerdote, valorizando el sacerdocio bautismal y su complementariedad con el sacerdocio ministerial en la escuela de la Madre de Dios, alma sacerdotal por excelencia.  Se ponen a disposición de la Iglesia local: diócesis o parroquia saliendo al encuentro de sus necesidades pastorales, apoyando el trabajo de los sacerdotes al cuidado de las almas.

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